Posiblemente uno de los elementos más interesantes de la saga de juegos Bioshock, es el mundo en el que es presentado. En su momento (y seguramente cuando vuelva a salir) fue de las propuestas más originales, interesantes y llenas de vida que he podido ver en el mundo de los videojuegos. Un universo ideado por la mente de Ken Levine, quien nos ha demostrado que la inspiración puede llegar de cualquier parte.
En este Bioshock Infinite entraremos directamente en un mundo en conflicto. La ciudad de Columbia presenciaremos el horrible enfrentamiento entre los nacionalistas, los Fundadores, contra una coalición populista llamada Vox Populi, algo que muchos han comparado con la ascensión del Tea Party y la Occupy Wall Street. En una entrevista al Washington Post nos explica como la vida real se refleja en los juegos:
«Cuando empezamos el juego, teníamos esa idea para esos movimientos, y estaban mirando hacía atrás en la historia. Nuestros juegos son versiones intensificadas de las historia… En este mundo, tuvimos la idea de mirar a lo que estaba ocurriendo en la época del juego (1890), con el movimiento jingoísta y el movimiento nacionalista contra el movimiento internacionalista. Este fue antes del Tea Party, antes del Occupy Wall Street.»
Si en el primer juego la historia se centraba más en ideas abstractas como el absolutismo moral o el Objetivismo, que eran ideas menos cercanas al público y menos personales; para Inifinite el conflicto es más cercano y reconocible; un conflicto que hemos podido ver reflejado a lo largo de la historia. De hecho hay personas que se lo han tomado de forma muy personal:
«El juego tiende a ser un test de Rorscharch para la gente, y he escuchado los dos lados de la reacción (a la demo). Tuve el desagrado de entrar en una página de supremacía blanca que opinaba diciendo que el juego hecho por el «judío» Ken Levine trataba de matar a personas blancas. Pero luego entre a una página izquierdista que decía que esto iba de desacreditar los movimientos de izquierdas.»
Personalmente creo que el hecho de que un juego tengan un reflejo tan fiel de la vida real en temas de política y sociedad (siempre cuando no sea partidista) es algo positivo e interesante. De hecho es algo normal, pues nuestra historia, cultura, sociedad,… se refleja en todo producto cultural que realizamos (cine, música, literatura,…) y los videojuegos no están fuera de esto.