Pues tal y como lo lees, al principio del desarrollo de la consola se plantearon que hacer con el mando, que añadir o que modificar.
Entre las posibilidades estaba el ponerle una pantalla al mando y conceptos como que el mando emita olores que te darían una inmersión en el juego completa. La idea del mando fue rápidamente descartada porque Microsoft quería centrar la atención en la pantalla.
En total se gastaron unos 100 millones de dolares en el mando y siempre tuvieron clara la idea de que si iban a modificar algo deberían de estar completamente seguros de lo que hacian. El resultado lo podemos catar en la nueva Xbox One.
Vía Destructoid.