Si me lo permitís os confesaré un pequeño detalle: últimamente me aburre tremendamente las historias de fantasía que se limitan a reflejar mundos de espada y brujería que beben directamente de los charcos que fue dejando Tolkien, o en su defecto George RR Martin. ¿Acaso no existen otras posibilidades dentro del género fantástico? La respuesta es sin duda sí, y Mariela González lo logra creando un mundo propio, con su propia jerga y su particular universo.
Aunque inicialmente muchas de las criaturas fantásticas que aparece en su obra, a las que conoceremos como seres del mundo feérico, nos sonarán bastante, no os dejéis engañar. Trasgos, djinn, y otras criaturas mitológicas forman parte de la historia, pero no aparecen de manera convencional, sino como seres de nuestra realidad que han adaptado su forma humana usando su Sayo, y conviven con la humanidad sin problemas. A todo esto hay que añadirle los diferentes panteones de Dioses que han tomado cuerpo, y son los que reinan y legislan el mundo real. Este tema en cierto modo nos trajo cierta reminiscencia al libro “Dioses Americanos” de Neil Gaiman.
El problema comienza cuando Viktor, el protagonista, un poeta venido a menos tras un grave incidente en la universidad provocado por la Alta Poesía, se ve envuelto en una confabulación debido a su capacidad. Viktor, es capaz de visualizar a los seres mitológicos y su poder debido a que dentro de su ojo guarda el alma de un trasgo que acaba convirtiéndose en su mejor amigo.
Personalmente me llamo poderosamente la atención el uso de la Alta Poesía por parte del protagonista, Viktor. La fuerza de las imágenes convertida en palabras que le confiere una magia especial a la novela. Me gustó mucho, quizás porque en cierto modo me recordó al libro “La dama número 13” de mi admirado José Carlos Somoza. La poesía en forma de arma mágica, aunque en este caso se trate de manera más cientificista.
Sin duda al mezclar todo estos elementos Mariela ha logrado crear una historia original que sin duda hará las delicias de quien se atreva a sumergirse entre sus páginas. Aquí os dejamos su sinopsis:
Europa, principios del XIX. Una época de cambios, de sentimientos encendidos que afloran en forma de nuevos ideales. Aunque lo cierto es que las cosas comenzaron a ser diferentes mucho antes: el día en que se abrieron los Senderos, los seres feéricos empezaron a convivir con los humanos, y los mismos dioses reclamaron su lugar como gobernantes legítimos de las naciones del continente.
Viktor DeRoot, como tantos otros poetas y artistas diletantes, busca su fortuna en Heidelberg. Pero hay algo que le diferencia: es uno de los pocos que saben emplear la Alta Poesía, la disciplina capaz de convertir los versos en herramientas para manipular la realidad. Es por ello que tiene una visión muy diferente del mundo que le rodea… bueno, y quizás también por llevar en su ojo derecho el corazón de su amigo Gus, un trasgo de Galiza. El mismo que guarda el alma de Viktor en un tarro vacío. Cosas que pasan en una noche cualquiera, en un encuentro casual.
La Alta Poesía es un conocimiento preciado y peligroso a partes iguales, y por mucho que Viktor quiera mantenerse alejado de ella y rehuir los errores de su pasado, se verá envuelto en intrigas, traiciones y juegos de máscaras que le obligarán a asumir un papel que nunca hubiera imaginado para mantener el orden del mundo.
Sin duda una novela que hará las delicias de quienes amen la literatura fantástica más allá de lo convencional.